Hellfriend by Myriam M. Lejardi

Hellfriend by Myriam M. Lejardi

autor:Myriam M. Lejardi [Myriam M. Lejardi]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Molino
publicado: 2023-05-25T00:00:00+00:00


ARTÍCULO 28

CUANDO DISTINTAS PARTES DE TU ANATOMÍA SE PONEN DE ACUERDO PARA ESCAPAR DE TU CONTROL

17 de agosto, 23.51

Bel

Tal vez te preguntes por qué estoy en un callejón con un tío sujetándome por detrás y otro, justo enfrente, dándome puñetazos en la tripa.

Todo es culpa de Mammon. Si me hubiera ayudado a conseguir dinero extra, la semana pasada no se me habría ocurrido vender paracetamol triturado como si fuera otra cosa (no hace falta que especifique, ¿verdad?). Con la tontería, saqué setecientos pavos en un par de horas. Un plan magnífico, si no fuera porque hoy he coincidido con dos de las personas a las que estafé.

Después de que Milena volviera del trabajo, la convencí para ir a un garito de Malasaña («¿No querías saber a qué dedico mi tiempo libre? Pues venga»). Las cosas iban relativamente bien. Decidida a enfocar de otra forma su estudio (o crítica) sobre mi comportamiento, me ha dejado a mi aire y se ha dedicado a perseguirme por todo el local. Se ha quedado quieta, tomando notas, mientras bailaba en la pista, hablaba con la gente o me pedía una copa. Ha enfatizado que no es necesario que vuelva a ligar, así que deduzco que mi plan de ayer para darle celos tuvo éxito.

El tema es que me apetecía fumar y le pedí que me acompañara a la calle. Se negó («No le encuentro ninguna utilidad, ya tengo apuntada tu adicción a la nicotina») y, en vista de con quiénes me he topado fuera, ha sido lo mejor. Me resultaría un poco incómodo estar recibiendo una paliza mientras ella escribe algo parecido a: «Propensión a la estafa relacionada con sustancias estupefacientes, considero merecido el castigo».

Odio ese concepto. «Merecer». Da igual lo bien o lo mal que hagas las cosas, rara vez obtienes lo que mereces. Hay gente que la caga a conciencia, que disfruta con ello, a la que la vida le va estupendamente. Y justo al contrario. El karma no existe. Así que mi consejo es el siguiente: haz lo que te dé la gana para sentirte bien contigo mismo, sin pensar en la opinión que tendrá el resto del mundo sobre ello.

Toso después del último puñetazo que me da el tío que tengo delante. Su pecho sube y baja mientras jadea. Me da la impresión de que está más satisfecho que al principio. «Me ha timado y a cambio le hago daño, es lo correcto».

No me gusta que deje de estar ofendido por la estafa, así que le digo:

—¿Te enteraste de lo que te había vendido antes o después de esnifar? Por favor, dime que después.

Su mandíbula se tensa y me golpea otra vez.

—Ni siquiera me estás haciendo daño —miento—. Esto con un paracetamol se me pasa. ¿Todavía te queda? ¿Me das un po…?

Sus nudillos impactan contra mi boca. Escupo sangre a un lado, entre carcajadas.

—Lo siento, lo siento —me apresuro a decir en cuanto se pone en posición para pegarme de nuevo—. Puedo remediarlo. En el bolsillo delantero derecho tengo más. De la de verdad, te lo juro.



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